miércoles, 9 de mayo de 2012

El gran mundo de los autos a escala.

 Así comenzó todo…
Mucha gente conoce a Jay Leno. La pregunta es, ¿qué tiene Leno en común con Jerry Seinfeld? Ambos poseen una extraordinaria colección de automóviles y motocicletas. Ambos almacenan sus preciados modelos en hangares especiales, con ambiente controlado. Ambos pertenecen al limitado mundo de los coleccionistas ricos y famosos, y ambos, son propietarios de una colección digna de un museo del mundo motor… es la ventaja de ser estúpidamente rico cuando se tiene una afición tan costosa…
Sin embargo, en el mundo real, los miles (quizá millones) de coleccionistas que no disponemos de esa cantidad de dinero para invertir en autos reales, debemos ‘conformarnos’ con modelos de tamaño y costo más reducido. El coleccionista de réplicas en diecast no tiene un perfil económico o social definido; los hay, desde personas que adquieren réplicas económicas en miniatura sólo por diversión, hasta quienes participan en subastas en las cuales el precio de un modelo llega a alcanzar varios miles de dólares.
Jack Odell (derecha) inventó el concepto del Matchbox, en 1947.
Jack Odell (derecha) inventó el concepto del Matchbox, en 1947.
Los modelos a escala aparecieron por vez primera a principios del siglo XX en Inglaterra y Estados Unidos. A diferencia de las réplicas de hoy, que alcanzan increíbles niveles de detalle, aquellas no eran sino simples carcasas metálicas cubiertas con pintura y sin detalles al interior. Se fabricaban en aleaciones de metal con poca resistencia; con el paso del tiempo, se oxidaban y desquebrajaban. Sólo unos pocos sobreviven aún.
De cualquier modo, no pasó mucho tiempo para que los fabricantes descubrieran el potencial de un nuevo mercado con las réplicas de autos, tractocamiones, aeronaves y equipos agrícolas. Así como creció la popularidad de estos ‘juguetes’, también se incrementó su nivel de calidad y la atención a los detalles.
Los modelos de Matchbox fabricados en Inglaterra hicieron su aparición en 1947 y con ellos comenzó una nueva tendencia. El primer gran éxito de la compañía se dio en 1953, cuando lograron vender un millón de copias en miniatura de la carroza utilizada para la coronación de la reina Isabel II. No obstante, ese no era el primer modelo de la firma. Fue Jack Odell quien inventó el concepto, cuando diseñó un juguete que su hija pudiera llevar al colegio. El reglamento escolar establecía que sólo se permitiría a los niños llevar al salón de clases juguetes que cupieran en una cajetilla de fósforos. Odell, como una protesta a esa regla, hizo un pequeño carrito cuyas ruedas giraban y mandó a su pequeña hija al colegio con el juguete que se convirtió en el primer Matchbox y en el primer episodio de una exitosa historia mercantil. Cada serie de autos miniatura producida era conformada por 75 modelos diferentes y cada uno de estos vehículos cabía a la perfección dentro de una cajita común de cerillos. Eran el artículo perfecto para jugar, coleccionar e intercambiar.
Poco después, a principios de los años ‘50, apareció una nueva ola de carritos. Mettoy, fabricante de la popular marca de réplicas Corgi, puso especial atención a los detalles interiores e instaló plástico transparente en el marco de las ventanillas. Con tal nivel de detalle las miniaturas dejaron de ser simples juguetes y se convirtieron en coleccionables.
Réplica del carruaje utilizado para la Coronación de la reina Isabel II, fabricado en 1952 por Lesney Products & Co. Ltd. (Matchbox Toys)
Réplica del carruaje utilizado para la Coronación de la reina Isabel II, fabricado en 1952 por Lesney Products & Co. Ltd. (Matchbox Toys)
Para 1968, Mattel acaparó la atención de los niños, al lanzar Hot Wheels, la estrategia mercantil de la compañía tenía como finalidad captar el mercado infantil masculino del mismo modo como las muñecas Barbie lo hicieron con el femenino. La idea tuvo gran éxito e introdujo el concepto de afición entre los chavos que, años más tarde, se convertirían en adultos coleccionistas de réplicas en diecast mucho más sofisticadas.
Durante los años subsecuentes, los fabricantes de modelos en diecast decidieron concentrarse en el mercado de los coleccionistas. Los clientes corporativos descubrieron el valor que representaba imprimir su marca y logotipo en estos minivehículos; así, compañías como Sears, Coca-Cola, Texaco y otras, comenzaron a solicitar réplicas de autos con sus respectivos logos.
Durante muchos años estos modelos adquirieron cada vez mayor nivel de calidad y detalle. Se fabricaban, sobre todo, en Estados Unidos e Inglaterra, pero en los años ’80, la globalización cambió el clima económico. El costo de la manufactura y la utilidad se desequilibraron, muchas empresas se fueron a la bancarrota, mientras que otras se vieron obligadas a cambiar de manos. La producción se trasladó en gran parte a China y otros lugares en el Lejano Oriente, donde la mano de obra era mucho más barata. Mattel fue una de las primeras empresas en hacerlo y ver los beneficios. Obtuvo un gran crecimiento, alcanzó una mayor participación en el mercado y, eventualmente, adquirió Corgi y Matchbox.
Muchos fabricantes siguieron este ejemplo y, gracias a ello, hoy cientos de compañías ofrecen modelos a escala en diversas proporciones, calidades y precios en el mundo; sin embargo, sería una equivocación pensar que, además de la producción local, con esta estrategia se redujo también el nivel de calidad de los productos. El mercado del diecast es muy competido y los coleccionistas exigen cada vez mayor calidad, así que los productores en Hong Kong, Macao, Indonesia, Shanghai y todos los lugares donde se concentra esta industria, siempre están bajo la lupa.
Asequibles, accesibles y, al mismo tiempo exclusivos, estos pequeños vehículos sin duda lograron formar un importante nicho en el mundo del coleccionismo. Esparcidos por todo el mundo, existen clubes que concentran coleccionistas de modelos específicos. En Internet se realizan subastas en las que modelos escasos o de serie limitada llegan a alcanzar precios increíbles. Esta plataforma también es sede de un sinfín de foros en donde miles de aficionados de diversas partes del obre intercambian ideas y modelos. Son pequeños Leno y Seinfeld, quienes buscan saciar su afición por los autos, poseer las piezas que más representan para ellos, cuidarlas, estudiaras, admirarlas y presumirlas, pero en una escala mucho más permisible para nosotros: ‘los simples mortales’

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